Al entrar, se sentía un lugar pequeño, iluminado como siempre lo habíamos conocido durante mucho tiempo. No solo fue llegar e instalarnos para empezar a tocar en ese sucucho de Valparaíso. Existía el impedimento de que teníamos poco espacio y poco tiempo para empezar, mientras Violeta tenía que solucionar el problema de cuantos nos iban a pagar por tocar, encontramos que la tarima en donde nos presentaríamos era muy pequeña y solo una ampolleta nos iluminaba como artistas para el público. Que Fazer? El dueño no pescaba problemas técnicos... Quién más habitaba este pequeño lugar era un viejo, que estaba en su piso, detrás de la barra. Desde que entramos no se había movido de su lugar. No se preocupo por quienes eramos, no se preocupo porque pedíamos, no le interesaba si el dueño discutía o no. Solo estaba ahí, contemplando nada, con sus ojos profundos, y sus viejas ropas.
Acercarse a él parecía invadir un nuevo mundo. La reacción no incomodaba más que la incógnita de lo que nos podría contestar. Amapola me mando con su mirada a la barra a preguntar:
-¿Podemos tener más iluminación en el escenario?- No hubo respuesta. Mmmm, con nadie más podía hablar. Las hermanas estaban en lo suyo, mientras mi rol era solucionar ese detalle.
-¿Puedo tener más luz ahí?- Su movimiento de cabeza fue tan lento, que imagine que había despertado de un sueño de cien años. Girando la cabeza observó, como despertando y reconociendo el lugar. -No-
Mmmm, no es un problema muy grande pensé, pero ¿Por que no? -Se puede colocar otra ampolleta para que nos vean desde la sala- Un cable verde salía del enchufe y se conectaba a su tórax.
Sin mirarme me dijo -No puedo subir la energía de este lugar, soy la tierra de este mundo y si ilumino puedo morir más. De ustedes depende ahora la energía de acá, no me quiero cansar más.-